21 de octubre de 2010
Ciudades

Brasilia


Medio siglo de arquitectura y tanto para mirar…

Por la arquitecta Luciana Machado*

Colores y formas blandas, sinónimo de BrasiliaFormas expresadas con hormigónPalacio de JusticiaEscultórica, sus edificios fueron pensados como individualidades, como desafiando a la armonía del conjunto. En cada caso sus formas se eligieron con independencia del resto y sin embargo, armonizan.

Hace medio siglo fue para muchos la ciudad del futuro. Hoy quizá represente el futuro de las ciudades, con sus súper manzanas que consideran los espacios que el hombre necesita para habitarlas, la luz como protagonista indiscutida y ese extraño adentro-afuera –ensamble perfecto de la arquitectura de Oscar Niemeyer y del paisajismo de Burle Marx- con que pone a prueba la orientación del visitante quien, creyéndose dentro de un edificio en realidad está en un espacio semicubierto o, cuando ya salió, sin proponérselo vuelve a verse adentro. ¿Un juego de espejos? No… Brasilia.

El arquitecto y su creación comparten la leyenda cincuenta años después. Con 102 años Niemeyer continúa ligado a Brasilia desde su no-retiro carioca, sumando cada tanto algún nuevo eslabón a su monumental obra.

La Sociedad Central de Arquitectos organizó el viaje que se integró con un grupo heterogéneo y muy dispuesto a aprovechar esos cinco días caminando todos los recorridos posibles, en franco contraste con el estilo de la ciudad, escasa de peatones y de semáforos. El mismo contraste que muestran las altísimas y blancas agujas de hormigón de la catedral con las sombrillas coloridas de los feriantes de flores secas que se arraciman en la calle o con el grupo que exhibe destrezas de capoeira en la plaza del Museo Nacional.

En Brasilia, como en la naturaleza, las formas son propias de cada elemento. Niemeyer, atraído por la sensualidad de las curvas más que por la rutina de las rectas, tal vez consideró las mismas convivencias que encontramos en la naturaleza. Vegetales blandos; rocas duras; agua en movimiento… Esencias distintas que ensamblan perfectamente como en un puzzle divino.

Un poco alucinante quizá; muy brasileña y también cosmopolita. Edificios de corazón luminoso a los que llegamos, místicamente, a través de túneles oscuros; pasarelas que entran, salen y vuelven a entrar sumándole interés extra a los recorridos; exaltación del hormigón como elemento dúctil para crear las formas que el capricho del genio inventa y exaltación de la vegetación para recordar que todo se trata de la Creación. 

Y entre tanta monumentalidad, los murales, emocionales, de Athos Bulcão. Ni hacían falta para embellecer aún más edificios perfectos pero ¡cuánto los embellecen!

Esto para mí fue Brasilia, en un viaje inolvidable cuando la ciudad cumple sus primeros y bien vividos 50 años. La arquitectura hecha sensación, las formas hechas poesía. 

Biblioteca nacional de BrasiliaLas súper manzanas, con sus espacios de tránsito y sociabilidad abiertos a la vegetación y a la luzUna ciudad con origen escultural

Patrimonio Cultural de la Humanidad

La capital de Brasil, ubicada en la parte central del país, 950 km al noroeste de Río de Janeiro, tiene una población de casi dos millones y medio de habitantes, de los cuales 600 mil viven en el área central y el resto en la periferia. Sede del gobierno federal, sus edificios públicos incluyen el Palacio de Planalto –sede de la presidencia-, el Supremo Tribunal Federal de Brasil y el Congreso Federal. La construcción de la ciudad comenzó en 1956 convocando en su realización al urbanista Lúcio Costa y al arquitecto Oscar Niemeyer. Desde 1960 funciona oficialmente como capital de Brasil, y una de las más nuevas capitales del mundo. En 1987, la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El plano piloto

Organizada con una traza que propone dos ejes fundamentales, el Monumental y el Residencial,
Brasilia tuvo que resolver a la par de las sedes para las oficinas públicas y sedes del gobierno, la habitabilidad de los cientos de miles de personas que trabajan en la administración pública.
Dos barrios, uno al norte y otro al sur, integrados por las llamadas supermanzanas o supercuadras, porque se extienden por 400 metros de lado, le dan una característica definitiva a la ciudad. El proyecto de las supermanzanas reserva la planta baja de los edificios para el tránsito peatonal, conviviendo áreas de descanso con lugares de tránsito y plantas, y sol, en una secuencia sin interrupción.

 

Arquitecta Luciana Machado*Arquitecta Luciana Machado - luciana.machado.ra@gmail.com